Eugene Von Bruenchenhein
Eugene Von Bruenchenhein creó un prodigioso conjunto operístico a lo largo de un periodo de cincuenta años, comenzando a finales de la década de 1930. Su residencia se convirtió en un entorno artístico, transformado por su implacable flujo expresivo. El artista se identificó principalmente como un creador multidisciplinario, que experimentó con la fotografía, la pintura, el dibujo y la escultura, como se plasma en esta muestra representativa de la colección del Museo. Compuso montones de poemas sobre la naturaleza, el amor, la guerra y la política, así como sobre viajes imaginarios por el tiempo y el espacio. En un azulejo de la cocina, grabó sus varios títulos: “Artista independiente—Poeta y escultor—Innovador—Fabricante de flechas y hombre de plantas—Constructor de artefactos con huesos—Fotógrafo y arquitecto—Filósofo”.
La fotografía, su primera práctica constante, se inició tras su matrimonio con Eveline Kalke —a quien llamaba Marie— en 1934 y continuó hasta la década de 1950. Fascinado por la botánica y la ciencia, registró sus teorías metafísicas respecto de los orígenes de la vida, el universo y el conocimiento colectivo codificado en la genética. Inconformista, pintó con los dedos, horneó piezas de arcilla en el horno de su casa, fabricó sus pinceles con cabello humano, transformó su baño en un cuarto oscuro para revelar sus fotografías en blanco y negro que aludían a la estética pinup y recicló huesos de pollo para sus complejos montajes, como Torre dorada. Esta arquitectura visionaria habla de la constante fascinación de Eugene Von Bruenchenhein por lo cósmico, celestial y metafísico.