Estas obras traen consigo evidencia de vidas pasadas: Las esculturas de Bessie Harvey invocan la memoria ancestral por medio de narraciones visuales ocultas; el arte de Mary K. Borkowski arroja luz sobre narrativas reprimidas; en la obra de Susan Te Kahurangi King y Yuichiro Ukai, vuelven a surgir de manera persistente personajes populares pertenecientes a varios contextos.
Objetos tempranos de la historia estadounidense, como registros de nacimiento y casamiento, fotos de luto, árboles genealógicos y muestrarios de un bordado, también evocan especialmente la idea de atesorar recuerdos, dado que todos sirven como dispositivos para documentar las vidas, ya sea que estén iniciando, finalizando o en progreso en el momento de la creación del objeto. Aunque los nombres y las fechas han perdido gran parte de su contexto personal fuera de las familias que las crearon, como parte de la colección del Museo, estas obras sirven ahora un propósito cultural más amplio. Estos objetos, expuestos de forma pública en lugar de privada, funcionan como poderosos símbolos de conexión con un pasado más amplio y evocan la presencia de las múltiples manos que los han creado, reparado y tocado.