Carteles de tiendas
Los carteles de tiendas emblemáticos cuentan con una larga historia que se remonta a la Europa medieval e incluso al mundo antiguo. En especial cuando no era común que la gente supiera leer y escribir, un cartel grande y bien ejecutado servía no solo como un modo esencial de comunicación sino también como un adorno que llamaba la atención. Los símbolos de fácil interpretación —como este diente para un dentista y esta oveja para un sastre o vendedor de lana— anunciaban de forma instantánea el propósito de un negocio para los transeúntes. En una calle urbana abarrotada, una amplia variedad de carteles, que colgaban en lo alto o se colocaban en la puerta de una tienda, contribuían a generar una animada atmósfera comercial, donde varios comercios competían visualmente para atraer a los clientes.
A principios del siglo XX, los coleccionistas de objetos culturales norteamericanos comenzaron a reconocer el atractivo de los carteles de tiendas como objetos escultóricos que contaban una historia sobre la vigorosa cultura emprendedora de Estados Unidos. En el marco de la historia del arte popular como categoría de coleccionismo en desarrollo, los carteles de tiendas tallados se consideraron, junto con las veletas y los señuelos de caza, como elementos significativos que contribuían a la tradición de la cultura estadounidense y que, típicamente, habían sido ignorados por el canon académico de la historia del arte. Coleccionistas tempranos clave, como Electra Havemeyer Webb, Abby Aldrich Rockefeller y Adele Earnest —una de las fundadoras del American Folk Art Museum— hicieron de los carteles de tiendas elementos esenciales de sus colecciones. Los ejemplares que se exponen aquí llegaron al museo como donaciones de particulares, lo que demuestra aún más la importancia de los coleccionistas privados en la formación del campo del arte popular estadounidense. Talladas con gran atención al detalle, estas esculturas poseen un carácter muy expresivo y colman sus entornos de un vivaz sentido de personalidad.